La luz del sol
despide suavemente sus últimos rayos, el crepúsculo es tan anaranjado, una delgada línea se aprecia en el horizonte,
solo una pregunta se deja caer en el silencio, la condena de mi vida avanza tan
despacio, mi piel se estremece por los jirones azules que aparecen en el cielo,
aquí mismo fue donde se disolvió esa atadura, volamos hacia el sol, tan cerca y
tan lejos, abatimos las alas hasta cansarnos pero nunca llegamos, he sido culpada y encerrada en este vuelo que nunca
tendrá fin, suspendida en la nada, con un objetivo que nunca alcanzare y cuanto
mas lo intente más daño me hará.
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